domingo, 13 de noviembre de 2011

Evasión

Salgo a la calle y observo una sociedad manipulada y controlada.
Ya teníamos suficiente con el control del estado y de los medios de comunicación, pero no contentos con esto, hemos permitido que nuestro cuerpo cree necesidades ficticias, creyendo que determinadas sustancias serán nuestra liberación y el final de un día difícil, complicado.
La ingesta de alcohol o de cualquier otra sustancia no sólo no acaba con el problema, sino que lo agrava al hacerte perder el control, además de no saber si tu cuerpo realmente va a responder de forma positiva hacia este estado artificial que produce el efecto de las drogas o si va a hacerte sentir peor.
La diversión clásica de la juventud de hoy, consiste en salir de casa y la primera parada ser el supermercado para comprar alcohol, no se conoce la diversión sin beber. Además, los impuestos que la compra de alcohol implican es una forma absurda de dar más dinero a este estado capitalista y opresor.
Cualquier adicción coarta tu libertad y la evasión ficticia que producen estas sutancias no sólo no te libera, sino que te hace esclavo creando una dependencia artificial.

Las drogas son la lacra de la lucha ideológica, política y social, que necesita de nuestra plena consciencia para avanzar hacia nuestros objetivos.

martes, 23 de noviembre de 2010

Conformismo

Se huele en las esquinas, se encuentra en las calles, se observa en las gentes, se lee en las miradas...
Son pocos los que realmente quieren cambiar este mundo a algo más justo, a algo con sentido, a algo sin represiones ni abusos...
Porque en sus miradas, también se lee el miedo.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Para ti, Marta

Hoy necesito un poco de tu aire, que me cuesta respirar... Cuando me recupere, yo te ayudaré a volar, tejiéndote las alas que pides siempre a voces y que buscas sin descanso, pues las necesitas para alzarte por encima de las rejas que te separan de la ansiada libertad.
Hoy quiero decirte que te quiero y que siempre que necesites mi ayuda te la ofreceré sin dudar, porque cuando me caigo a lo más hondo, siempre me estrechas tu mano y me ayudas a salir de este agujero en el que caemos una y otra vez, que nos desgañita el alma, que nos mata la ilusión, que nos frustra la esperanza, que nos apaga el corazón...
Y mañana si necesitas mi aire, para respirar o para volar, pídemelo, que no pararé de soplar.
(L)

lunes, 27 de septiembre de 2010

Recuerdo Libertario

Estás y no estás. Te has ido pero te has quedado.
Porque tu recuerdo sigue aquí, cada día presente, en una cabeza y un corazón que siente lo que tú sentiste.
Te conozco desde siempre y nunca te he escuchado, te quiero cada día y nunca te he mirado. Porque siempre estás aquí.
Porque sigo tu camino que nunca pude ver, pero que sí conocí.
Porque siento tu alegría al ver como todo avanzaba y a la vez tu decepción cuando todo se estancaba, cuando viste que la lucha llegaba a su final y las nuevas generaciones no miraban hacia atrás, sólo veían la buena vida, la apariencia de pertenecer a algo, que tú en tu día, perseguías con tu vida.
Se cambiaron los valores por violencia sin medida, por apariencias vacías y por "lucha" sin valor. La paz, el respeto, la solidaridad y todo por lo que te encerraron caía en el olvido y en un mundo de rencor.
¿Dónde están las viejas almas como la que tú tenías que defendían la anarquía en cualquier lugar perdido? Yo llevo la tuya, con orgullo y respeto, tu recuerdo me da fuerza para defender todo esto, tan utópico y perfecto que da sentido a la vida.
Tío, amigo, compañero, en verdad desconocido, que sin esperarlo, marcó un firme camino, que sigue día a día en vida tu sobrina aún presente.
Y aquí estoy en un mundo egoísta y perdido, donde se cierran los ojos a lo que no interesa ver.
Donde las causas perdidas son la única esperanza porque lo "posible" demuestra que nada se puede hacer.
Porque el poder envenena a la sociedad entera, que se niega a preocuparse por el bien de los demás.
Porque yo no soy capaz de mirar con ira a nadie ni de creer que el odio nos conducirá a la paz.
Y sé que siempre supiste que llegaría algún día donde alguna nueva vida defendiera lo imposible.
Con el corazón en mano, hoy le digo a todo el mundo que mi orgullo se resume a tu nombre, que sigue siendo nombrado por alguien que no te olvida.
Gracias por reafirmar cada día el sentido de mi vida que se hizo inalterable cuando supe que existías.
Me hubiera gustado oirte aunque sólo fuera una vez, para que te dieras cuenta de la labor que has dejado aquí presente, haciéndome abrir los ojos incluso a lo que no se quiere ver.
Me esforzaré en aprender, en entender y extender esta idea que con ira y con violencia es incoherente defender.
Y ahora sólo ten presente que el recuerdo nunca es muerte y que por esta razón, tú nunca vas a morir.
Seguiré tu camino, siendo siempre consciente de que no camino sola y que sigo un sendero que empezaste, siempre dispuesto a arriesgarte, por la libertad mundial. Por los valores humanos, por la bondad y el respeto necesarios cada día para seguir adelante.
Este mundo se acaba porque sólo lo material vale y la gente sólo piensa en tener cada vez más.
Mientras una sola vida reconozca lo que importa, no todo estará perdido y la lucha seguirá.
Gracias por ser mi camino, por haber vivido así y por haber conseguido que tu modesta existencia me haya dado energía para verlo todo claro y avanzar a cada paso en nombre de la libertad.
Y, entendiendo el racismo como una postura completamente ilógica, considerando que los animales no miran sus diferencias de raza, color o situación a la hora de ayudar a los demás, sabemos que el hombre es el único ser capaz de juzgar a las personas por motivos raciales sin importarle su necesidad de ayuda, aún sabiendo que nuestras diferencias sólo son producto de la adaptación al medio en que nacemos.

domingo, 26 de septiembre de 2010

El día que seamos capaces de ser totalmente libres respetando la libertad de los demás, podremos considerarnos seres civilizados, o quizá simplemente seres humanos.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Nacimos para seguir un camino impuesto y para formar parte de un sistema que nunca elegimos. Me niego a morir sin salir de la cárcel en la que nací, en la que todos nacemos.

lunes, 30 de agosto de 2010

Una idea, una vida.

Miró hacia la ventana. Estaba sentado en una silla junto al escritorio donde colocaba todos los papeles escritos en los que explicaba sus sueños, sus sueños de cambio, sus profundas ideas, aquellos papeles que pretendía difundir algún día, pero que, como lo que contenían, era una mera ilusión.
Lo sabía. Por eso tan sólo se limitaba a sujetar su cigarrillo mientras observaba a los hombres de alto linaje pasar al lado de los transehuntes de la ciudad.
Se había deshecho de su moderna televisión en blanco y negro hacía ya un tiempo, no la necesitaba para ver el mundo, lo conocía sólo con mirar por la ventana.
Esa era su vida, observar el mundo desde una ventana en sus ratos libres mientras escribía lo que soñaba despierto y dormido, que no era más que una mejora para el mundo, o eso creía.
Se despertaba temprano, iba a trabajar sin apenas descanso por el precio de una vida "digna" compuesta por una barra de pan y una lata de conservas diaria y por un ático en una ciudad deshecha por el dolor de sus habitantes, por el humo de los puros que se deshacían en bocas de oro y por la contaminación acústica de las voces conformes que se limitaban a asentir.
A veces lograba conseguir un periódico del día anterior, o incluso guardaba monedas con poco valor que juntas acababan por convertirse en un bocadillo para algún mendigo de los alrededores.
Su monotonía... sabía que algún día acabaría, como todas las vidas humanas.
Pero él tenía algo que no tenían las bocas de oro que sujetaban puros, ni las manos que manejaban fajos de billetes, ni los pies que calzaban zapatos de piel, ni los cuerpos que vestían gabardinas grises.
Él tenía sus folios, su vida resumida en unas cuantas hojas de papel escritas a máquina.
Y cada folio comenzaba con la palabra libertad, cada día le despertaba el retumbar de la palabra igualdad entre sus oídos y cada mañana veía escrita la palabra solidaridad en los muros que sujetaban a esos cuerpos ya apagados que vivían de sus pequeñas monedas o de las "propinas" de los grandes burgueses de la zona. Ellos no tenían nada, pero él lo tenía todo, una idea, una ilusión... tenía conciencia.
Aquella noche apagó el cigarrillo mientras se despedía de su ático y de sus días, sabiendo que los pilares que le habían sujetado desde que él recordaba seguirían vivos. Su utopía, su razón, su verdadera vida.